La cruzada de la Ñ
Los signos que conforman
el alfabeto de cada lengua son los elementos que utilizamos para representar
gráficamente, según su fonética, los vocablos que conforman una lengua.
El castellano, como otras
lenguas derivadas del latín, inició su escritura utilizando el latín como
modelo, y a medida que la lengua evolucionó los símbolos fueron adaptándose a
las necesidades fonológicas que iban surgiendo.
Sobre estas variaciones,
el caso de la letra “nn” latina significó un interesante desafío para las
nuevas lenguas romances porque no existía en latín el sonido paletal nasal
sonoro que se adjudica a la castellana letra ñ.
A diferencia del francés,
italiano, portugués, catalán, y otros. que también se encontraron frente a la
necesidad de un símbolo que diferenciara el sonido /ɲ/ de /nn/ y se
decantaron por cambiar -nn- por los dígrafos ng (francés e italiano), nh
(portugués), ny (catalán)..., el castellano optó por incluir un nuevo símbolo:
una n coronada con una pequeña línea -recta o curva- para indicar el sonido /ɲ/. Así, annu
se convirtió en año y Espanna en España.
También se utilizó la nueva grafía en diferentes vocablos, que habían ido
variando, para resolver dificultades de dicción, como ocurrió con: vinea >
vinia > viña o Hispannia > España. De esta manera quedó establecida una
grafía que resolvía la representación del sonido /ɲ/ para los vocablos que lo requerían y liberó
aquellos cuya pronunciación -nn- era necesaria, como en el caso de innovar,
connacional, innato, etc.
Algunos historiadores sitúan estos cambios gráficos -que no
fonológicos pues su origen es anterior y corresponde a la lengua hablada que no
escrita- durante la Edad Media, entre los escribientes y copiadores de libros y
la aparición de la imprenta para sostener que el motivo fue economizar y
agilizar el proceso de escribir e imprimir. Por ello la -nn- fue sustituída por
dos enes superpuestas, una más pequeña sobre la otra que, con el paso del
tiempo, devino en la actual “ñ”. Era común en aquella época realizar este tipo
de “abreviaturas”, que no siempre resultaron en nuevas grafías y se perdieron
con el tiempo, como demuestran textos de la época:
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Durante siglos las “ñ” fue
reconocida y aceptada como letra característica del idioma español y adoptada
por otros idiomas como el guaraní, quechua, y otros. Sin embargo, en 1991 fue
motivo de discusiones entre naciones, organismos lingüísticos, intelectuales y
público en general ante el pedido de la UE de retirarla de su alfabeto porque
la letra ñ no estaba incluída en los teclados de los ordenadores que se
fabricaban en Europa y aquello resultaba un inconveniente para vender teclados
entre los países miembros. España, junto a todos los países de habla castellana
que intervinieron, ganó la batalla y actualmente casi todos los teclados
incluyen la “ñ”, para satisfacción de más de 500 millones de castellano
parlantes y beneficio de todas las lenguas que la utilizan. De esta manera se
reafirmó esta emblemática letra del idioma castellano y se dijo adiós a los
símbolos modernos que durante los primeros años de las nuevas tecnologías
sustituían la ñ y España era Espa#a, Muñoz > Mu*oz y cáñamo/cá%amo.
Por: Sasha Fraser - Profesora de ELE / Coordinadora en La Montaña - Spanish in Bariloche
Editora: Nani
Szeibert
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